zumbidos de abejas o avispas o abejorros en los oídos o en la mente

lunes, octubre 16, 2006

Zurita y los límites de lo insoportable

El punto central de toda mi experiencia en la charla es que conocí a Zurita, en persona. ¿Fue algo fuera de lo normal? Sí ¿Fue algo increíble? Sí... pero en el sentido de que yo no creía lo que estaba viendo. Fue una experiencia horrible, que no le deseo a nadie. Yo creo que el tipo tenía una enfermedad o algo, porque los gestos que hacía no eran naturales. Él llegó, se instaló en un asiento del público primero y luego en el que dispusieron para su charla, frente a una mesa y un micrófono. Y desde el primer momento empezó con esos gestos. Ejecutó toda clase de movimientos, gesticulaciones, ademanes, mohines o como quieran llamarles. Y todo era grotesco, repulsivo. Se movía de formas inauditas, contrayendo su cuerpo y sus manos sin parar, y respiraba y suspiraba y como que se cansaba o lo agobiaba su situación. Cruzaba sus brazos a la altura del pecho y los sujetaba fuertemente (agresivamente, incluso) con sus manos. Hacía, deshacía y rehacía la posición una y otra vez a lo largo de toda la charla. En un momento levantó las manos y movía los dedos como cuando uno cuenta. En la izquierda, 4 dedos, en la derecha, 3. Izquierda: 2, derecha: 5. Izquierda: 3, derecha: 1. Y así todo el rato. Como tenía el libro delante suyo, posaba su mano izquierda sobre él, pero luego la empezaba a girar y a girar contradiciendo las leyes naturales del organismo humano.
De verdad toda la charla fue una especie de prueba a mi concentración. Muchas veces perdí el hilo de lo que hablaba. Porque me preguntaba si estaba enfermo, si era demasiado nervioso, o qué tenía este hombre; no conseguía entenderlo y me molestaba y me distraía y sus manos giraban otra vez y apoyaba sus brazos en la mesa, en el pecho y luego en las piernas en sucesiones de repeticiones interminables. ¡Oh, y su cabeza!... Su cabeza se alargaba y encogía, semejante a esos movimientos repentinos y descontrolados que tiene los búhos o las lechuzas. Yo ya imaginaba que el tipo se caía al suelo y comenzaba a retorcerse como en un ataque de epilepsia.
¡Hagan algo! ¡Ayúdenlo por favor! La próxima vez esperaré a que publiquen las charlas escritas. Sí, definitivamente es lo más sano para todos (incluyendo al expositor).

2 Comments:

Blogger ticho said...

me gusta la descripción de este, logras trapasar tu deseperación al lector.

enfermo,
pa que andai viendo enfermos po

saludos

16/10/06 11:18 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Yo opino que lo que pasó es que estaba en medio de la producción de una intevención artística (léase masturbación).

He leido sobre gente que ha aprendido a pajearse usando sus propios muslos. Quizás él sea uno de esos pocos iluminados.

27/10/06 12:10 a. m.

 

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