zumbidos de abejas o avispas o abejorros en los oídos o en la mente

miércoles, mayo 17, 2006

Ayer un amigo me recordó lo que era el ego del escritor, algo de lo que nadie está exento, pero que en el escritor se encuentra acrecentado todavía más. Porque si él escribe para expresarse, o porque tiene la necesidad de expresarse -decir lo que piensa, “pensar el mundo” (esa es típica), vomitar su enfermedad, su neurosis (como diría Jodorowsky), en fin... Hay de todo tipo- ¿por qué tiene también la necesidad de publicar eso que escribe, de mostrar al mundo su gran creación? ¿De verdad cree que nos hace falta saber lo que piensa otro chiflado más en este planeta? El acto de escribir es y ha sido siempre intrínsecamente egoísta, ya lo han dicho otras personas. Con respecto a lo mismo me vino a la memoria el Diario de Gombrowicz, que tiene mucho de egocentrismo, sorna y genialidad.
Comienza sus memorias mostrando las preocupaciones de la semana: “Lunes: Yo Martes: Yo Miércoles: Yo Jueves: Yo Viernes: Yo Sábado: Yo Domingo: Yo”
Luego dice: “¿Para quién escribo? Si es para mí mismo, ¿por qué lo mando a la imprenta? Y si es para lector, ¿por qué hago como si hablara conmigo mismo? ¿Hablas a ti mismo de tal manera que te oigan los demás?”
Así que ya ven. No son los únicos. No renieguen de su situación.

miércoles, mayo 10, 2006

Quiero huir

Este poema lo escribí hace tiempo, pero lo había dejado. Hace dos días lo encontré y lo completé así que puede que no sea sincero del todo, como sería lo ideal. Ya no recuerdo en qué estado estaba cuando lo escribí ni por qué lo escribí. Creo que siempre he sentido que me falta algo, algo profundo, íntimo, no material por supuesto, y creo que el poema refleja la frustación total ante lo infructuoso que me resultó la búsqueda de ese algo.

Quiero huir
Escaparme de todo
Habitar el silencio
Fundirme en él
Quiero despojarme de todo mi ser irreal
Abandonar la vida infame y cruel
que me apuñala las entrañas
¡Entrañable corazón, deja de latir, por favor!
Que me apuñale aquél que me dejó vivir
Aquél que me puso aquí,
en medio de esta madeja de emociones y pensamientos inútiles
Traspásame hasta el último rincón
Límpiame hasta lo incansable
Llévame todo, allá
y al más allá
Mi cuerpo y mi sangre
Y mis últimos sentidos
Llévate también la codicia
del último recuerdo:
Sobre la calle blanca
el cuerpo del niño atropellado,
un brazo menos, una pierna luego
la madre en veloz fuga de la razón,
la huida de la culpa inmarcesible
que se viste de rojo,
y el niño que gime y gime,
la mirada afanosa
Nadie responde.

El caso Warnken

Ya sé que es un poco tarde para hablar de esto, pero no importa. Lo digo igual, porque dije antes que iba a hablar de ello.
Apoyo totalmente a Cristián Warnken, tal vez no el único, pero sí el mejor conductor de La belleza de pensar y uno de los más lúcidos promovedores de la cultura. Lo que la gente de Canal 13 hizo fue simplemente una canallada. No tiene otro nombre ni otra explicación, como ellos quieren aparentar. El móvil del problema reside meramente en un choque de intereses (siendo el del canal muy mezquino y egoísta, como si fuera el de cualquier empresa sin valores y sin escrúpulo alguno). Para los que nunca se enteraron de lo que pasó, les hago el cuento corto: en las últimas negociaciones sostenidas entre Canal 13 y la productora MW (de Teresa Matte y Cristián Warnken) para la renovación del contrato, el canal pidió que cediera los derechos sobre todos los programas hechos entre el 2002 y el 2006. Warnken, por supuesto, se negó. Nunca se habló de nada económico y sin embargo una de las razones que el canal arguyó para justificar el quiebre entre la sociedad fue que le pidió a la productora una reducción en los precios de cada programa, y ésta no aceptó. Seguramente, después de tantos años comprobando que la fórmula del programa sí funcionaba, la estación católica quiso prescindir del conductor y su productora (el primer paso ya lo habían dado años antes cuando Warnken renunció al nombre “La belleza de pensar”) para empezar a realizar sus propias entrevistas, sus propios programas.
Mientras la postura de Warnken de no transigir es loable a todas luces, la del canal, en cambio, es de la más baja laya, tanto porque miente en las razones que aduce, como porque su modo de actuar se contradice con los valores católicos que tanto se ha empeñado en hacer prevalecer en su programación diaria, pero que finalmente abandona en pos del rating, la masificación y el reconocimiento (con el consiguiente aumento en las utilidades). ¿Cómo es posible que un canal proyecte valores a los que sus propios dirigentes al interior del canal no se adscriben?
Quisiera agregar también que si antes dije que Warnken era el mejor pero no el único conductor de La belleza de pensar, fue porque ya nombraron a los sucesores para la conducción del programa, que también contará con un nuevo formato e invitados de áreas que el original no abarcó (como la política). Ellos son Paulo Ramírez, director editorial de Canal 13, y Gonzalo Saavedra, académico de la Facultad de Periodismo de la Universidad Católica. ¿Quiénes son? Del primero no tengo ni la más remota idea de qué hizo para llegar hasta donde está (¿quién dijo que el nepotismo se había acabado?). Al segundo lo he leído en variadas ocasiones puesto que además es columnista habitual de Artes y Letras de El Mercurio. Sus escritos son buenos pero nada fuera de lo ordinario. Ahora yo me pregunto: ¿les funcionará la fórmula de Warnken o, mejor dicho, funcionarán ellos para esa fórmula?
Por último, en calidad de fiel seguidor de este outsider de la TV chilena, podría llamar a no ver el “nuevo” programa de estos dos tipos, como forma de boicotear su intento de estafa legalizada, pero creo que ese no es el punto porque de todas formas será un espacio de cultura, y eso se valora siempre. Ahora, qué tan bueno será o si valdrá la pena, pues… Ya se verá. Lo importante es que sigamos viendo a Warnken, sobre todo ahora que va a iniciar un nuevo ciclo de entrevistas -que TVN y ARTV transmitirán por la señal abierta y cable, respectivamente-, porque esa será nuestra mejor forma de apoyarlo.

Pregunta al público: ¿Creen que serán tan descarados para seguir llamando al programa “La belleza de pensar”?

Aparte: Entre las nuevas entrevistas se nos vienen dos verdaderamente suculentas: una nueva a Jodorowsky (¡ya era hora!) y otra, a ese gran poeta español que es Leopoldo María Panero.